WORLD FAITH MINISTRIES

Devocionales

Con todo mi corazón te he buscado;

No me dejes desviarme de tus mandamientos.

11 En mi corazón he guardado tus dichos,

Para no pecar contra ti. Salmos 119:10-11

Como aprender a vivir como Jesus?

 

“APRENDED DE MÍ”. Y HALLARÉIS DESCANSO PARA VUESTRAS ALMAS.(Mateo 11:29)

Notemos que, a diferencia de nosotros, Jesús no sufrió de miedo al fracaso. Es porque nunca le pasó por la mente el no poder hacer algo que su Padre ya le había asegurado que podría hacer. Y tampoco sufrió de miedo a la escasez. Aunque vivió una vida sencilla, fue responsable de su propio mantenimiento y del de un grupo de personas. ¿Cómo lo hizo? Oraba mucho y se mantenía en sintonía con su Padre Celestial. Por consiguiente, sabía cómo pescar cuando los peces no picaban o encontrar el dinero de los impuestos en la boca de un pez cuando lo necesitó (¡sí, Jesús pagó sus impuestos!). Tal vez Dios no te provea de la misma forma, pero ha prometido cuidar de ti (1 Pedro 5:7). Jesús te está diciendo hoy: “Venid a mí” aprended de mí “y hallaréis descanso para vuestras almas [las emociones y la mente]”. (Mateo 11:29).

El estrés nos llega por nuestra necesidad de saber todo de antemano, de estar en control. Aun después de orar y supuestamente entregar la situación al Señor, nos creamos un “plan de emergencia”, en caso de que Él no maneje las cosas como pensamos que debería hacerlo. ¿Tú haces eso? No pones el dinero en el banco y luego te pasas la noche en vela preocupándote por ello, ¿verdad? Pues al menos ten la misma confianza en Dios. Cada vez que entras en un torbellino de interrogantes sobre el qué, el cuándo, el cómo, el dónde, entrégaselo a Dios. No a ese Dios pequeño de tu entendimiento, sino al gran Dios cuyos hechos hablan por sí mismos, cuya fidelidad nunca falla y quien se ha ganado el derecho de preguntarte: “Hay alguna cosa difícil para [mí]” (Génesis 18:14). En otras palabras, ¡aprende a vivir como Jesús!

Dios No tiene Prisa

Por tanto, Jehová esperará para tener piedad de vosotros, y por tanto, será exaltado teniendo de vosotros misericordia; porque Jehová es Dios justo; bienaventurados todos los que confían en él. Isaías 30:18

¿Alguna vez has notado que Dios no tiene prisa? Le tomó 40 años para Moisés para recibir su llamado para conducir al pueblo de Egipto. Le tomó 17 años de preparación antes de que José fuera liberado de la esclavitud y encarcelado. Le tomó 20 años antes de que Jacob fuera libre del control de Labán. Abraham y Sara eran viejos cuando finalmente recibieron el hijo de la promesa, Isaac.

¿Por qué Dios no tiene prisa?

Dios llamó a cada uno de estos siervos para llevar a cabo una determinada tarea en su Reino, sin embargo, Él no tenía ninguna prisa para llevar a cabo su misión. En primer lugar, Él logró lo que quería en ellos. A menudo estamos más enfocados en los resultados que en el proceso que Él está logrando en nuestras vidas cada día. Cuando experimentamos su presencia todos los días, un día nos despertamos y nos damos cuenta de que Dios ha hecho algo especial en y a través de nosotros. Sin embargo, la realización ya no es lo que nos anima. En cambio, lo que nos anima es que Él está siempre presente. A través de los tiempos, nos volvemos más familiarizados con su amor, gracia y su poder en nosotros. Cuando esto sucede, ya no estamos enfocados en el resultado porque el resultado es “el resultado” (valga la redundancia) de nuestro caminar con Él. No es el objetivo de nuestro caminar, pero es el subproducto. Por lo tanto, cuando José llegó al poder en Egipto, probablemente no se importo mucho con esto. Por que había llegado a un lugar de completa entrega por esto no estaba ansioso por el mañana y sus circunstancias.

Esta es la lección para nosotros. Tenemos que esperar el tiempo de Dios y abrazarlo dondequiera que estemos en el proceso. Cuando encontramos la satisfacción y realización en ese lugar, empezamos a experimentar a Dios en formas que nunca antes pensamos posibles.

Como Desarrollar Una Disciplina Espiritual?

“Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina…” (1 Timoteo 4:16)

Sólo hablar de la disciplina espiritual no te va a llevar muy lejos, y mucho menos el hablar de cuánto la necesitan los demás. Describiendo a unos amigos que conocía de toda la vida, Scott Turow escribió: “Hace muchos años conocí su secreto más sucio y desagradable: que su pasión por cambiar el mundo venía de la incapacidad de cambiarse a sí mismos”. ¡Hola! ¿Hablas mucho de cosas que no has experimentado personalmente, usándolo como una cortina de humo para tapar tu propia superficialidad? Entiende esto: desarrollar una disciplina espiritual es algo que requiere muchísimo esfuerzo y se hace casi siempre en secreto, es humillante, y no siempre divertido. Examinémoslo por partes: ¿Requiere muchísimo esfuerzo? Absolutamente. Significa ser más duro con uno mismo de lo que uno quisiera. Exige comprobar con regularidad tu forma de expresarte, tus relaciones y elecciones vitales, y corregirlas cuando sea necesario. ¿Hacerlo en secreto? Sí; cuando te estás esforzando para desarrollar una disciplina espiritual, es sabio no hablar mucho de lo que estás haciendo. Hablar es fácil; simplemente, ¡hazlo! ¿Es humillante? ¡Sin ninguna duda! Algunos días es como dar un paso hacia delante y dos hacia atrás… La disciplina espiritual requiere “seguir la trayectoria” mientras otros se apartan sin querer reconocerlo, o poniendo excusas. ¿No es siempre divertido? Desarrollar una vida de disciplina espiritual es una experiencia que te da satisfacción, pero no siempre es divertido. Pon atención a lo que escribió Pablo: “…yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire; sino que golpeo mi cuerpo y lo pongo en servidumbre, no sea que, habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado” (1 Corintios 9:26-27).

Dios siempre tiene el control
 
1. Oración inicial

« Dios, tengo que confesar que en ocasiones me angustio, me desespero o pierdo mi paz por cualquier actividad cotidiana que se sale de control, te pido perdón porque sé que en todo tiempo debo acercarme a ti con total confianza y entregarte todo en tus manos para que tu paz llene mi vida, te pido en el nombre de Jesús que me permitas entender que eres tú y no yo el que siempre tiene el control, gracias Señor. Amén.»

2. Lee la palabra de Dios

“En paz me acostaré, y asimismo dormiré; porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado.” Salmos 4:8
“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.” Filipenses 4:6-7

3. Reflexiona

¿Noches de insomnio? Recuerda, Dios tiene el control.
Para nosotros a veces es muy difícil aceptar aquello que debió ser como nosotros pensábamos pero que resultó de otra manera, y nos preguntamos por qué, buscamos culpables, imaginamos si no lo hubiésemos hecho de esa forma sino de otra y cientos de pensamientos más vienen a nuestra mente; en ese momento pensamos en cualquier cantidad de cosas menos en lo que nos puede ayudar y traer paz, y lo más grave, tomamos decisiones o buscamos soluciones en el momento, en nuestra fuerza y sabiduría y sin consultarlo primero con Dios.
Olvidamos que tenemos un Dios y Padre que está por encima de nosotros y ve las cosas más allá de lo que nosotros podemos ver (Isaías 55:9); que tiene un plan y un propósito para nuestra vida (Jeremías 29:11); que promete guiarnos y sostenernos aun cuando estemos en los lugares más lejanos o escondidos de la tierra (Salmos 139:9-10); un Dios que promete suplir todas nuestras necesidades conforme a las riquezas en gloria en Cristo Jesús (Filipenses 4:19); en resumidas palabras, nos olvidamos de la grandeza de Dios por fijarnos en nuestra pequeñez.
Te invito hoy para que de manera práctica le digas a Dios cada día en tu oración, “Señor, encomiendo a ti mi camino, confío en ti, y sé que tú harás” (Salmos 37:5). Basta con poner en manos de Dios nuestra vida para que en cada circunstancia su paz llene nuestra mente y corazón y estemos seguros de que Él tiene el control.

El amor echa fuera el temor

 

En el amor no hay temor, sino que el amor perfecto echa fuera el temor. El que teme espera el castigo, así que no ha sido perfeccionado en el amor.
(1 Juan 4:17b-18)

Amor, una palabra que está en la boca de muchos y en el corazón de pocos. Vivimos en un mundo frío y violento tanto en los hechos como en las palabras, donde el amor parece haberse enfriado. Este ambiente sombrío genera miedo, depresión y desencanto con la vida.

Pero cuando alzamos nuestros ojos para ver el verdadero amor, no ese amor que muestran las películas sino el amor que vence al miedo y supera a la muerte, toda la opresión de este mundo no es suficiente para abatirnos. El amor derramado por Dios a través de su hijo Jesús es capaz de vencer el miedo y el castigo. Debemos alimentarnos de este amor y esparcirlo. Este amor no puede ser prohibido por la ley y nadie es capaz de arrebatarlo.

¡Debemos perfeccionarnos en este amor! Sí, es necesario, pues este es un amor práctico. De la misma forma en que somos alimentados por este amor, debemos compartirlo con los que lo necesitan. En este mundo frío y sin sabor, el amor de Dios es la sal y el calor que todos necesitan. Nos toca a nosotros como sal de la tierra, esparcir este amor y consolar a este mundo. No tengas miedo de hablar de este amor, pues este amor expulsa el miedo. Es el amor de aquel que nos amó antes que todo: ¡Jesús!

 

Aparta el miedo con amor
  • Primero que nada debemos tener conciencia de este amor que salvó al mundo: Jesús. Lee los Evangelios y sumérgete en este amor.

  • Al relacionarnos con el Padre activamos el mecanismo que nos riega con este amor. Nuestro Dios es un Dios vivo y podemos tener una relación personal con él a través de la oración.

  • ¡Practica este amor! No tengas miedo de orar por los enfermos ni de hacer el bien a los que te han hecho mal. El amor soporta y vence todo. Cuando ponemos en práctica el amor de Dios suceden cosas maravillosas.

Para orar:

Señor Jesús, quiero sumergirme en tu amor. Quita de mi corazón todo miedo de hacer tu voluntad. Quiero ser un árbol que da frutos. Necesito y deseo que tu amor me alimente. En el nombre de Jesús, amén.

Semana Santa o vida santa?

Es normal ver las iglesias abarrotadas de gente durante estos días (cosa que no sucede el resto del año) Y es que las personas se hacen más consientes de su fe y se comportan de la mejor manera posible durante los días de pascua. Sin embargo, Dios no desea que vivamos una vida espiritual correcta durante unos días, Él quiere que se convierta en un estilo de vida para nosotros.

No está mal poner más atención a los días de semana santa, aprovechar este tiempo para afianzarnos en la fe, para reconciliarnos con el Señor, si es que hemos estado alejados de Él, lo malo es que sea solo en esta fecha cuando nos esforcemos por vivir de la manera que Dios quiere.

Enlaces Patrocinados

Podemos portarnos bien unos días… ¿Y el resto del año qué? No podemos vivir una religiosidad en la que aparentamos ser santos durante unos días solamente. La vida en santidad a la que hemos sido llamados es más que un simple comportamiento, nos habla de una rendición absoluta a la voluntad y los designios de Dios.

«Sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo», 1 Pedro 1:15-16.

Solo Dios nos concede la victoria!

 

Yo no confío en mi arco, ni puede mi espada darme la victoria; tú nos das la victoria sobre nuestros enemigos, y dejas en vergüenza a nuestros adversarios. ¡Por siempre nos gloriaremos en Dios! ¡Por siempre alabaremos tu nombre! Selah
(Salmo 44:6-8)

Podemos ser fuertes y perseverantes, pero solo Dios nos puede dar la victoria. Cuando el salmista escribió esas palabras, él sabía muy bien de qué hablaba. Sin Dios, ni nuestra fuerza ni nuestra voluntad son suficientes para que alcancemos la victoria.

Sin embargo, debemos continuar alabando a Dios aun en los peores momentos pues solo él puede darle la vuelta a una temporada difícil. Dios es quien determina todas las cosas y es por él que obtenemos la victoria. Busca el crecimiento, fortalécete, pero sobre todas las cosas, confía en Dios.

Cuando invertimos nuestros esfuerzos en buscar a Dios, nos enfocamos en lo que es correcto. De esa forma crecemos en gracia, de fe en fe y de gloria en gloria.

 

Confiando en Dios
  • Crecemos en nuestra confianza en Dios cuando conocemos más sobre sus hechos. Lee la Biblia regularmente.

  • La vida es un ejercicio de fe. Ejercer la fe es un acto de confianza en Dios.

  • Al buscar a Dios nos damos cuenta de nuestras limitaciones. Es así como pasamos a confiar más en él que en nuestra propia capacidad.

  •  

Para orar

Dios, toda capacidad viene de ti. Aun en los momentos más difíciles, solo tú puedes conceder la victoria. Guarda mi vida y capacítame según tu Palabra. En el nombre de Jesús, amén.

.

Open chat
Hola 👋
Puedo ayudarte?